martes, 25 de agosto de 2009

De vuelta



No me he enterado. Se han pasado dos semanas, en las que el tiempo pareciese que buscaba el récord del mundo de los 400 lisos. Ya solo me queda el recuerdo de las vacaciones, y el presente saludando. Con mala leche por cierto. Mira que puedes volver a la rutina mejor o peor, pero hoy ha sido de esos días que mejor no te levantas. El coche no arranca, a buscarse la vida entre buses y trenes, en el trabajo cañonazos por todos los lados y un soldadito defendiendo el castillo, quiero enviar un paquete y correos cerrado, llego a casa y al cacharro de internet le ha costao la santísima funcionar.
Jo... ¿no hay prórroga en los deportes? ¿Por qué en las vacaciones no? No es justo.... :P

Al menos tengo la sensación que han sido dos semanas muy aprovechadas. Primero de viaje por las tierras escocesas del norte de las islas de la Gran Bretaña (qué anticuado, ahora se lleva lo de UK, o mejor, Royaume-Uni para los eurovisivos jejeje). Y después unos días por tierras leonesas, recordando tiempos de pezqueñín, en el pueblo de mi padre. Qué puñetas pinto yo aquí, con lo a gusto que estaba en plan festivo-marmotil... ainss

Del viaje a Escocia si algo me ha quedado claro es que tienes que tener muy claro a lo que vas: paisajes, castillos. whisky y lluvia. En mi caso con el viaje he intentado coger la esencia de Escocia, por así decirlo, lluvia incluida ^^U. Hacer turismo, mezclarte, hablar con gente en los pub o en un pueblo perdido de la mano de dios, porque el maldito gps se ha vuelto loco. Ha sido divertido.

Empecé yendo a la zona de Saint Andrews, la cuna del golf mundial. Allí están también el castillo junto a la costa y la gran catedral, que muchas veces se adopta como imagen de la propia Escocia en guías de viaje y cosas del estilo.

El castillo, estaba hecho una piltrafa. Apenas quedaban algunos muros en pie. Pero los interiores, su división te hacían imaginarte un poco como sería aquello. Bueno la imaginación y el panfleto de la entrada con su dibujillo de "reconstrucción". Resultó curioso que en la parte baja del castillo había una especie de pasadizo que iba a parar a los cimientos de una casa que se encontraba unos cuantos metros fuera del recinto del propio castillo. ¿Qué mejor manera de empezar un viaje que casi arrastrarte por un túnel? Aquello ya parecía Indiana Jones, solo que en vez de látigo pues una riñonera, pero echándole imaginación todo es posible claro. Al parecer cuando en su día sitiaron el castillo, los sitiados intentaron huir a base de excavar un tunel desde dentro del castillo. Lo malo que no hicieron bien los cálculos y cuando creían que habían avanzado los metros suficientes, al romper hacia la superficie fueron a dar a los bajos de una casa, donde después de la sorpresa, se los cargaron y penetraron en el castillo. Claro que a buenas horas, porque habían inflado el castillo a bolazos de tal manera que casi no quedaba nada en pie. En fin.

La catedral resulta impresionante. Hecha una piltrafa, pero impresionante igualmente. Era enorme. En pie seguían un lateral y parte del frontal, con sus arcos, ballesteras y alguna que otra figura. Junto a la catedral rodeándola un montón de tumbas, unas más agraciadas que otras, dependiendo de tu oficio religioso, tu economía o ninguna de las dos. En una zona más o menos céntrica quedaba una torre. A la que se podía subir previo pago, claro. Muy alta y con unas vistas desde arriba imponentes. Veías todo Saint Andrews, el castillo, los campus universitarios, los campus de golf, hospital mayor, casitas y más casitas... Muy chulo.

Por cierto hablando de pagos, es bueno saber que les ha dado por sacar el llamado "Explorer Pass" una especie de bono, que por 30 libras si no recuerdo mal te da acceso 7 días (salteados) a todos los monumentos que se encuentran bajo el sello de Historic Scotland. No parece mucho, pero cuando llegas al castillo de Edimburgo y ves que sólo por entrar te clavan 13 libras pues... interesa. Me quedé con las ganas de echar unos hoyos, pero dado que no tengo mucha idea preferí seguir el viaje para ir descubriendo más cositas.

La siguiente parada fue el castillo de Glamis, que viene a ser el 5 estrellas entre los castillos. Digamos que pasé de lo ruinoso, al lujo extremo. Un parking enorme en la entrada (previo pago) y allí estaba, imponente. Por fuera, ya te llama la atención, así en plan Eurodisney con sus torrecitas y tejaditos acabadas en pico, almenas, reloj de las uvas. Y muy alto. Tanto que para hacerte una foto sudabas para encuadrarlo y que no se perdiese detalle. Una vez dentro todo es lujo por doquier, que si las alfombras de dibujos geométricos superenrrevesados por todos lados, que si tapices, armaduras, cofres (uno abierto con cartel de si lo cierras, no hay quien lo reabra, tal era el mecanismo de cierre). Los señores que vivieron allí (y viven, que aún está "en uso") no sabían lo que tenían. Unas chimeneas de caerte de espaldas, enoooormes con estatuas doradas a ambos lados representando a arqueros y la parte superior con filigranas de metal y madera, representando una especie de escena de cacería. Los salones, especialmente el del comedor, con su cubertería de plata puesta y dispuesta para la comida, espacio para dar y tomar, una especie de armarios hechos en China (en China? O_O) con multitud de dibujos de figuras estilizadas, usando algo tipo pan de oro sobre fondos oscuros. Los dormitorios eran p'a caerse tambien, con las típicas camas, con esa especie de techo (no sé cómo se le llama ^^U) y cortinajes cubriendo las cuatro esquinas. Seda por doquier y retratos por más doquier todavía. El viaje ya prometía y acababa de empezar.

Después la ruta me llevó hasta la zona de Aberdeen y concretamente a visitar el Castillo de Dunnottar (creo que se escribía así ^^U). Este era de los ruinosos, pero tenía la peculiaridad de que lo habían levantado en una especie de acantilado, que a modo de islote sólo es accesible desde la costa a través de una pequeña porción de tierra que primero desciende desde la costa y luego asciende hacia el castillo. No quiero pensar cómo sería el tráfico en su día, yendo y viniendo al islote del castillo por ese pequeño pasaje tobogán. El castillo era algo mñas grande que el de Saint Andrews, y todo estaba perfectamente marcado con cartelitos, que si el cuarto del duque, el de la condesa, la panadería, la cocina, el horno, el establo, el almacén, la capilla... Bastante impresionante, sobre todo por su localización. Además cuenta la historia, que en su día, cuando los ingleses intentaron apoderarse de los "Honores de Escocia" (las joyas del reino, o sea, corona, espada y cetro), dos mujeres consiguieron pasar desapercibidas entre los guardias que rodeaban el acceso al castillo con los honores entre sus ropajes, para ponerlos a salvo de la deshonra que supondría verlos en manos inglesas. Hay que hacerse una idea de la ya tradicional tirria que le tenían (tienen, tendrán) gran parte de los escoceses a Inglaterra.

El siguiente punto o puntos, fue la ruta de las destilerías, camino a Inverness. Estuve hasta en cuatro destilerías de whisky, por curiosidad sobre todo, de ver las diferencias entre unas y otras. Todas están preparadas para el tema turístico y organizan visitas guiadas cada media hora o así. A lo largo de la visita te van explicando todo el proceso de creación del whisky, desde la mezcla de la cebada con el agua, pasando por la fermentación, hasta la destilación y almacenamiento. Resultaba muy sobrecogedor ver los enormes toneles dónde germinaba la cebada en su mezca con el agua, produciéndose una especie de olorcillo a mosto muy curioso. Igual de impactantes eran los alambiques gigantescos dónde se lleva a cabo la destilación en dos fases, para intentar obtener un alcohol de mayor graduación. Me llamó la atención que todos los procesos estaban informatizados, excepto uno, quizá el más importante: la selección de la segunda destilación. Resulta que en esa segunda destilación hay como tres partes diferenciadas en la obtención del líquido. La primera tiene la mayor concentración de alcohol, pero también muchas impurezas, por lo que se reutiliza para una posterior destilación. La segunda, es la que interesa, la más pura y con el porcentaje de alcohol que caracteriza al whisky. Y la tercera, no tiene apenas "fuerza" y también se destina a su reutilización. En esta separación interviene sólo el encargado del proceso. No hay ordenador que valga, es cuestión de experiencia y afinar. Así siempre queda una parte puramente artesanal que condiciona el gusto que tendrá el whisky tras su envasado en barrica y maduración. Por cierto, al final de cada visita se ofrecía una degustación de una o más variedades de la producción de la destilería. Es de esos momentos que te preguntas por qué tengo que conducir un coche en vez de que me lleven :(

Más adelante visité uno de los pocos fuertes que quedan activos, el Fort George. Lo de activos suena a chiste cuando no ves un puñetero soldado en metros a la redonda y de repente no se sabe de dónde pasa uno por tu lado a toda prisa como si se le quemase el cocido y desaparece por una puerta. En fin. Está conservado a la perfección, con su enorme muralla defensiva y sus ditintas dependencias. A parte de los típicos barracones para los soldados y los comandantes de mayor rango, tenías la cocina, el almacén de provisiones, la capilla, cómo no, y el polvorín. El polvorín tenía sus propios muros rodeándolo dentro del fuerte, resulta fácil adivinar por qué. Una chispa inoportuna y baboom! Qé paradoja proteger al fuerte de su propio polvorín. Allí se hacía una especie de representación de la vida en cuartel por parte de un soldado (eso quiero creer, porque vaya pintas, y lo de la falda es lo de menos, porque parecía que se había detenido el tiempo en el siglo XVIII ). A parte de contar como vivían en el fuerte o luchaban en las guerras con los mosquetes y tal, me llamó la atención la vida de las mujeres de los soldados. Poco menos que amas de casa sumisas, lo peor que les podía pasar es que se les muriese el marido en la batalla. Los primeros años de vida del fuerte, eso era un despido automático a campo abierto y allá te las entiendas. Con el tiempo se cambió la normativa (se vé que hubo algún alto mando en el fuerte al que se le ablandó un poco el corazón). Se le daba de plazo a la todavía viuda un mes para encontrar marido otra vez en el propio fuerte. De encontrarlo, todo solucionado, aunque fuese por necesidad. Si no, pues a la calle. No es que la cosa hubiese mejorado mucho, pero al menos no era patada inmediata.

Otra parada en el viaje fueron las islas del oeste, concretamente la de Skye. Fue la fase del viaje más pintoresca por así decirlo. Paisaje totalmente campestre, pueblecitos pesqueros, el faro del fin del mundo (se ve que hay varios en el mundo, no iban a ser menos los escoceses) con un tiempo de perros que casi salgo volando (literalmente). Fue algo así como la fase de más relax. Probé por recomendación el filete de Angus (una raza de ganado autóctona) y se me hizo la boca agua. Aquello era gloria, súper suave y lleno de sabor, una delicia. Ahora que recuerdo, en todo el viaje no tuve el valor suficiente para echarle mano al haggis, una especie de "morcilla" escocesa, a base de entrañas de cordero (hígado, corazón pulmón). Será el plato más típico, pero algo me decía que con verlo en fotos ya me enriquecía culturalmente lo suficiente.

Para rematar el viaje las últimas visitas fueron Stirling y Edimburgo. Stirling tiene el castillo (otro más ^^U) de visita obligada, pero ya no sorprende tanto como lo haría de ser de los primeros en el viaje. El mayor problema que tuve con este, fue que casi todo estaba o cerrado o en reformas, con lo que era casi imposible ver nada que no fuesen las calles interiores de la ciudadela. El palacio renacentista que construyeron en su interior es de lo más destacado, al menos por fuera, con estatuas y figuras decorando las fachadas y dándole un toque casi diría que recargado, para lo habitual en los castillos escoceses. Cerca del castillo está el monumento a William Wallace (Braveheart). Iba con la hora justa pero aún así decidí ir a verlo. Es una especie de monumento torre, que seguramente permite divisar unas panorámicas de Stirling espectaculares. Digo seguramente, porque después de dejar el coche en el parking y empezar a subir el camino al monumento a lo Rocky Balboa (me faltó un pelo para poner la música con el móvil :P), no me dejaron entrar. Quedaban diez minutos de visita, pero ya no admitían más accesos. Y yo reventado y acordándome de los antepasados de la amable señora. Una pena.

Edimburgo, fue la última parada en el viaje. Y menos mal. Empezaba a estar un poco cansado de tanto castillo, pero me había guardado el mejor para el final. El acceso lo haces desde el casco antiguo desde una megacalle que se llama la royal mile o milla real. Todo cuesta arriba jejeje. Una vez dentro te das cuenta de lo que llegaba a albergar un castillo de los grandes. El palacio real, con los Honores de Escocia en una gran urna de cristal vigilados por un montón de guardas uniformados... con faldas... El monumento a los escoceses caídos en las guerras mundiales, con su advertencia de silencio y respeto, todos paseando pero casi sin hacer ruido, muy impactante. La prisión, con sus hamacas y otras comodidades de las que disfrutaban los presos. El museo de la guardia dragoniana, el único regimiento escocés con caballería. La capilla de Santa Margarita. Mons Meg, el cañón más potente de la época. El cañón de la una en punto, que dispara casi todos los días una salva a esa hora, de manera que cada escocés pueda ajustar su reloj jejeje. Es un castillo para perderte horas y horas viendo cada edificio. Por cierto, al igual que en otros lugares históricos con visitas y tal, se ofrecen unas audioguías (como miniradios) que resultan muy prácticas si no dominas el idioma. Te las ofrecen (alquilan, mejor dicho) en tu idioma y en cada punto que tienen algo que decir lo marcan con un cartelito y un número. Pones ese número en la audioguía y ale, a escuchar y disfrutar. Además suelen hacer las explicaciones de forma amena, casi en plan teatral, con efectos de sonido y todo. Muy recomendables.

Hay algunas cosillas que me dejo (la foto es del castillo de Eilean Donan, el que más me gustó, porque es que parece a posta para una postal, con el reflejo en el agua, muy bonito), pero creo que esto ya está saliendo un post bastante TOCHO, y tampoco es plan de contar la biblia (a buenas horas XDDD).

A ver si voy sacando tiempo y os leo, que por encima veo que los blogueros habéis ido posteando como si no tuviéseis vacaciones :P

Ea, como diría aquella canción, vaaamos a la caaamaaa que hay que descansar, paaara que ma..ñaan...aa podaasmdjd madrfjn.z.zzz.z.zzzzzzzzzzZZZZZ......

3 comentarios:

dijo...

Bienvenido Mikel!!!!!! Interesante viaje, yo sigo por aquí, a ver si algún día cuento en mi blog los detalles de mi viaje a Egipto :P si es que cumplo mi sueño de ir! jaja
Besos!!! ;)

Casiopea dijo...

Jajajajaja tú te quejas de que posteo a un ritmo infernal pero cuando sueltas la parrafadaaaaaa jajajajajajaja

Ahora en serio, me ha encantado el relato detallado, es como si hubiera estado allí :)

Besos!!!

MikelMPS dijo...

Muchas gracias por vuestros comentarios!

Marga: Egipto es de esos sitios que tengo marcado en la agenda de viajes. Jo, a ver si este año próximo o el siguiente se da la ocasión. Besos a tí también! ;)

Casiopea: me falta más soltura y vocabulario, que si no queda algo insípido; mucha palabra, pero detalle poco fino. No veas qué descanso estos días, qué tranquilito tenías el blog jejejeje Por cierto, muy chulas las fotos (esa sonrisilla con el del carruaje... no sé yo, tanta complicidad... jajajaja :P)