viernes, 13 de noviembre de 2009

Reconduciendo el rumbo




Todo a babor o todo a estribor, me da igual, el caso es intentar provocar un cambio. O varios.

Esta semana he decidido empezar a usar una especie de cuaderno. El cuaderno de mis notas. Varias veces, a lo largo del día, tengo oportunidad de "tomar nota", mentalmente, como todo el mundo, pero hasta ahora no lo había hecho de una manera más concreta. Sé que puede parecer una bobada, pero confío en que me va a ayudar. Continuando con el mercadillo de los detalles, me he propuesto tomar nota del resto de mercadillos. Y como tengo memoria pez para según qué cosas, pues me he propuesto escribir esos detalles que me llaman la atención. Además, para cada detalle, tomo nota de que sensación me ha dado, si positiva, negativa o simplemente me ha llamado la atención. Quiero recordar y tener presente lo que va ocurriendo en el día a día y sobre todo hacer una especie de autoexamen. Quiero comprobar, si eso que me ha parecido mal, realmente es así, o realmente soy yo el que en ese momento me lo he tomado mal y a toro pasado lo veo de otra manera. Espero que esto me ayude a tomar otro tipo de actitudes respecto de los demás, según vaya viendo si me he equivocado o no. A veces tomo nota de cosas muy simples, que son casi más de educación que otra cosa, por ejemplo decir al menos "gracias" cuando alguien estornuda y se le dice "salud". Cuando digo muy simples, quiero decir que normalmente no se le daría mayor importancia, pero precisamente, el hecho de anotarlas indica que se la doy. Cuantas menos cosas simples registre, mejor, menos importancia les estaré dando.

Una cosa que me ha gustado, es ver que haya personas que se interesen por ti, por cómo estás en vista de tu mala racha, por así decirlo. No sé si son conscientes de la importancia que ese tipo de detalles tienen para mí, pero son de esos que quedan marcados con letras bien gordotas en lo más profundo de uno mismo. A veces me entran dudas de si tengo amigos de verdad, de esos que se cuentan con los dedos de una mano. Yo sé lo que haría por ellos, pero me asaltan las dudas de lo que ellos harían por mí. Gracias a detalles como los que digo, esas dudas se despejan de golpe, y sigo teniendo confianza en ellos. La confianza... Eso da para un triple post, mejor no sigo por ahí de momento, que sino sale esto mu tocho :P

Siguiendo con los detalles he intentado (a mi manera, ordenador mediante, esto da para otro post jejeje) acercarme a algunos de mis compañeros del trabajo. A ti te pido si tienes no se qué, a ti si sabes donde puedo encontrar no se cuál... el caso es intentar iniciar una conversación y bueno, dejarse llevar un poco y disfrutar de lo que los demás tengan que decir. Y si se puede aportar algo, pues también. Normalmente no suelo aportar gran cosa, pero al menos me gusta que las conversaciones discurran por cauces de humor. Una tontería por aquí, un chiste malo por allá, lo que sea, pero que haya chispa, vida. Eso sí que me gusta. Hoy me han preguntado por qué no eres así cuando estamos todos juntos tomándonos un café o lo que sea. Y no he sabido muy bien qué contestar, creo que me he salido por la tangente con no recuerdo qué (vaya, esto no lo he anotado! jejeje). Creo que son dos cosas básicamente: una, el orgullo estúpido, el que te provoca miedo al ridículo, y otra el no saber, conocer de los temas que se hablan y tener que escuchar y callar. Habría que empezar a solucionar ese miedo al ridículo. Investigando estoy.

Este fin de semana me he propuesto también que voy a intentar airearme un poco. Creo que paso mucho tiempo con el pc, internet y demás, y me estoy perdiendo cosas. Voy a empezar por retomar una cosilla que tenía pendiente hace tiempo y es renovar mi llavero. Algo súper simple que no me llevará casi nada de tiempo, pero que me entretenga hasta que empiece con más cositas. Este finde me voy a desconectar literalmente y a pensar un poco e intentar divertirme otro poco, pero al aire libre.

Veremos si el barco sigue por donde espero. Apuesto todo por mí :)

martes, 10 de noviembre de 2009

Existe la mala suerte?



¿A veces no tienes la sensación de que te ha mirado un tuerto? ¿Que la mala suerte se ceba contigo? Yo la estoy teniendo y ya no sé qué hacer.

Durante la última semana he tenido que ver cómo despachan a un compañero en el trabajo, según el jefucho de turno, "por su actitud". Una persona con quien podía contar, que me entendía, sabía cuándo invitarme a un café, a dar una vueltilla durante el mediodía, me aguantaba (qué importante), me ayudaba... Cómo le echo de menos, qué a gusto me sentía en esos ratos de desconexión. Ya no es lo mismo. Tengo otros compañeros de trabajo, pero casi ni les conozco. Hola y adiós. Y quien sabe si dentro de poco ni eso.

No pensaba yo que me iba a ir peor la semana, después de lo de este compañero, pero resulta que pasados dos días, me enteré de lo que era un síncope por propia experiencia. Llegando al trabajo, me metí en el ascensor, y se ve que el cerebro le debió decir al corazón "quieto parao" y se lo tomó al pie de la letra. Vamos que me dejo de subir sangre de mitá p'arriba y me caí redondo. De recuerdo, me llevo un corte debajo de la barbilla y 5 puntitos de sutura. Lo peor es que tras las pruebas en el hospital se ve que todo está normal, con lo que la cosa queda en simple desvanecimiento por esfuerzo físico. Pues menos mal que no tengo tropecientos años, que si no, a saber. Esto me ha dejado muy preocupado, porque no sé si me puede volver a pasar en otro momento y no hago más que darle vueltas.

Cualquiera que me conoce sabe que soy de hablar poco o nada y escuchar mucho. Soy muy susceptible y me tomo las cosas muy en serio. Donde para otro es un detalle sin importancia, yo tomo nota. Soy muy tímido (la verdad, exageradamente) en parte por una especie de complejo de inferioridad, porque observo y veo que en general estoy rodeado de cerebritos. No en sentido peyorativo, si no tal cual. Observo que la gente es muy rápida de reflejos, pilla las cosas, chistes, gracias al vuelo y hay que disimular con una sonrisa forzada, dando a entender que tú también te has enterado, cuando en realidad no lo has hecho. Noto que no vamos al mismo ritmo, y que no hay sitio para alguien del vagón de cola. Sólo estoy medianamente tranquilo si se habla de algo de trabajo, porque sé que ahí me puedo defender, y aun así a veces también me noto que me quedo atrás y necesito bastante más tiempo para pensar y llegar a una conclusión.

Aunque la verdad es que al menos en el trabajo es dónde realmente tengo oportunidades de relacionarme, porque una vez fuera de allí, se acabó. Del trabajo a los recados, de los recados a casa y de casa al trabajo. Vida monótona donde las haya. Al menos puedo pasar un rato divertido con mi querido mazdita, porque si algo me gusta es conducir. Aunque ahora mismo no pueda, porque no está conmigo. El viernes por la noche, en la autopista, sin farolas y lloviendo tuve un acidente. En una curva se me fue el coche de atrás y creía que me mataba. Choqué con la mediana, choqué con el quitamiedos y ahí me quedé, en medio de la carretera. Aún me duele un poco el cuello, pero quitando eso, no me hice nada grave. El coche se llevó la peor parte. Y otro coche al que aticé por detrás también. Después del papeleo pertinente me llevé de recuerdo una bonita multa por no señalizar bien el accidente. Me puse el chaleco, puse el triángulo y di los intermitentes, peeeeero no di las luces. Ahora estaré un tiempo sin el coche y cuando quiera ir a algún sitio el finde, donde no llegue el transporte público, me acordaré de la mala suerte otra vez y me conozco, me pondré triste...

El sábado es un día de relax, un día de estar tranquilo, de hacer tus cositas con calma, pero como la semana iba de la mala suerte, pues resulta que mi abuela, la única que me queda de los cuatro tuvo un infarto. Ambulancia, al hospital, reanimación, y al final sólo susto. De momento parece que está bien, pero no sé... donde pega el infarto queda dañada la zona, y a parte la mujer está con un espíritu que a ver cómo hacemos para levantarle la moral.

El domingo he tenido que ir a trabajar. Yo que pensaba que se había acabado lo de las horas extra, pero así fue. Estoy bajo chantaje de o compromiso o puerta, y ya no sé qué pensar.

Ayer salí del mismo trabajo a las 00:15, después de intentar sacar adelante algo que para la empresa es tan importante que no le importa la salud de sus empleados. Tuve que volver en taxi, porque a esas horas no tenía ya tren y entre semana sólo llevo el coche los viernes.

Me hubiera gustado continuar el blog con el siguiente episodio del viaje a Japón, que luego se me van a olvidar los detalles. Pero no tengo muchas ganas la verdad. He llegado a pensar en dejar el blog, mensaje en plan ceremonia de clausura, o un dibujito en plan cuenta atrás, algo así jejeje. De momento no lo haré, pero malo es que uno lo empiece a sopesar.

Creo que sopeso mucho. Quizá no debiera sopesar tanto. Quizá debiera pensar en cosas nuevas y dejar a un lado las antiguas. Pero cuesta mucho, mucho más de lo que pensaba.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Mi viaje a Japón

Konichiwa mina-san! (Hola a todos!)



Después de un mes (clavao!) vuelvo a escribir por aquí. Tenía esto algo abandonado, y ya le toca un update, actualización que diga (maldita deformación profesional ^^U). Tengo ganas de escribir más cosas, hay que ver lo que da una semana y poco de sí, pero de momento me gustaría ir contando un poco el viaje que he podido por fin hacer a tierras niponas.

Antes de nada, decir que el viaje iba a ser un poco a medio camino entre guiado y a la aventura. Teníamos cogidos los alojamientos y ciertas excursiones a sitios típicos, pero el resto era por nuestra cuenta. Y sin hablar japonés! Bueno alguna palabra ya sabía, pero vamos que a la aventura, con un par jajaja

Bueno, empiezo por el principio, el traslado hasta allí. Eterno, esta palabra lo resume bien. Salimos muy temprano, de madrugada, después de un desayuno en el aeropuerto, hacia París y sin problema, apenas hora y media medio sobao y cuando me di cuenta ya estábamos en la capital francesa. Bueno, ya sólo quedaba confirmar la hora y puerta de embarque y una vez hecho trasladarse a la terminal correspondiente.

Cogimos un autobús y tras un trayecto un poco largo, ya nos encuentrábamos en la zona de embarque. Una vueltecita por las tiendas y a la hora, al avión. Ya sólo quedaba llegar a nuestro destino, lo que se produciría unas 12 horas después. 12 horas!!! Muerteeee!! >__< Entre la DS, PSP, el minitelevisor de delante tuyo con películas hasta en arameo subtituladas, conocer un poco a dos chicos de al lado que también iban a Japón, aunque en otra ruta, y unas horillas de zzzzz llegamos a Narita. Por fin nos hallábamos en Japón!

Primera sensación "rara". Me sientía extranjero. Pero de narices. Salvo algún que otro occidental, a parte de mi compañero de viaje, no veía más que orientales por todos los lados. No está de más experimentar esa sensación, para entender como se siente una persona de rasgos físicos distintos a los tuyos en tu país. En fin, ya solo quedaba recoger la maleta y salir de allí. De momento se veía la información en japonés y en inglés, lo que tranquilizaba bastante. A la salida, nos encuentramos con la chica contratada por la agencia que nos iba a recoger y hacer de guía en nuestras primeras excursiones programadas. Se llamaba Megumi; resultó ser muy simpática y se la entendía bastante bien. Nos indicó que debíamos ir a canjear cuanto antes el Japan Rail Pass en la oficina de JR que hay en el propio aeropuerto. Este documento es una especie de bono que sólo pueden solicitar residentes fuera de japón, y que sirve para hacer viajes ilimitados durante un período determinado. Nos presentamos en la oficina y mientras Megumi retornaba al área de salida de pasajeros, para recoger a más gente, hicimos el trámite. Nos atendieron en inglés, y sin problemas, indicamos a partir de qué día queríamos que entrase en vigor el bono y nos lo hicieron en un periquete.

Como sabíamos que las siguientes personas en llegar a las que estaba esperando Megumi tardarían aún una hora y algo, dimos una minivuelta por la zona y nos fuimos a tomar un café. Y la primera en la frente, porque... tachán tachán... la chica del mostrador NO hablaba más que japonés. Yujuuuu!! Al final más o menos me hice entender entre signos, palabras sueltas y "capuccino" que es universal, pero fue curioso cuando menos. A la hora de pagar igual, te decía la cantidad y con un ojo la miraba y le decía que "ajá, sí, muy bien maja, pero no te he pillao ni jota" y con otro mirando la caja registradora a ver si ponía el número mágico. Ahora que me acuerdo me hace gracia, pero en el momento, ¡qué sofocón! jejeje

Al final llegaron el resto de personas del grupo y nos fuimos al autobús que nos llevaría hasta el hotel. Tras hora y media más o menos llegamos allí, al hotel Edoya que tiene pinta de ser un clásico, porque lo he visto ya en bastantes foros de viajes a Japón. El hotel bastante bien, no era gran cosa, pero las habitaciones eran más grandes de lo que cabía esperar, de hecho tenías dos partes claramente diferenciadas, el "salón" y el "dormitorio", amén del cuarto de baño/ducha. Y como estábamos en Japón no íbamos a alojarnos en una habitación occidental, no. Tenía que ser tradicional japonesa, con lo que fuera sillas y fuera camas. La verdad a mí se me hizo un poco incómodo el primer día, porque, hombre, sillas había, pero sin patas... tenías la parte del trasero y el respaldo y, a parte, un reposabrazo. Cuando pienso en que la postura verdaderamente tradicional es estar de rodillas... buuuf qué dolor ^^U. Y si no había camas, ¿dónde dormíamos? Pues en futones sobre el suelo. Una especie de saco y colcha, con una almohada rellena de arroz. Yo pensé al verlo "a la vuelta, traumatólogo", pero la verdad es que resultó bastante cómodo y no hubo que lamentar lesiones cervicales o similar jejeje.

A todo esto llegábamos con el famoso cambio de horario; recordemos que en Japón no hay cambio de hora por la brillante idea de ahorrar energía y tal, con lo que allí hasta hace poco eran 7 horas más que aquí. Vamos que teníamos un pelín de sueño, porque en el avión no es que se durmiese muy bien (y mira que soy marmota :P). Aún así, decidimos dejar todo guardadito en la habitación y lanzarnos a dar nuestro primer paseo por Tokyo. Cabe decir que el hotel esta situado muy cerca de lo que en Tokyo se conoce como el barrio electrónico, Akihabara. Así que decidimos dejarnos llevar y comprobar de qué iba aquello del "barrio electrónico". Total que andando llegamos a una espcie de calle muy larga y ancha, tipo gran vía o avenida, que estaba PLAGADA de edificios relacionados con la electrónica y sobre todo, el ocio electrónico. Tenías no tiendas, sino edificios enteros repletos de cachivaches varios, aunque no llegamos a ver nada fuera de lo común. Tenías ordenadores, cámaras, reproductores, consolas, electrodomésticos de todo tipo... A parte, había también edificios dedicados a la animación japonesa (a algunos os sonará Heidi, Marco, Mazinger Z... pues del pelo, pero claro, más moderno ^^U) Era entrar en uno, y descubrir que sólo estabas en la primera mitad de la primera planta de un edificio de 8 plantas. 8!!! Aquello era el paraíso para más de uno. Si querías un DVD, lo tenías. Un Cd de música, lo tenías. Una figurita, la tenías. Cualquier merchandising que puedas imaginar, por allí estaba. Había incluso una especie de mercado de segunda mano, donde podías encontrar auténticas joyas muy difíciles de encontrar hoy en día, como por ejemplo, juegos originales de la Nintendo del año de la pera (¿nos suena Super Mario Bros.? :P) Aquello fue tal shock, que apenas hicimos nada más que dar vueltas de pasada, ojeando y flipando a cada paso. Volvímos al hotel, encendimos el portátil y vimos que teníamos red. Navegamos un poco y después hicimos (hice) un poco el chorra con la cámara, grabando nuestras conversaciones en plan desvarío, que entre el sueño y el shock de Akihabara, no sabíamos ni por dónde nos daba el aire jejeje

Por cierto, que en el hotel dónde estábamos, teníamos a nuestra disposición un onsen, o baño termal. Éste en concreto estaba separado para hombres y mujeres, pero no siempre es así, los hay mixtos. La cosa es que tu llegas allí, hay una zona previa, en la que te duchas y tal y luego una bañera (más bien piscina, depende del hotel) más o menos grande con agua hirviendo. Bueno hirviendo no, pero es la sensación que te da cuando te metes la priemra vez, porque te sientes igual que los huevos cuando los van a cocer. Prefiero no pensar como se siente un huevo cuando lo van a cocer, pobrecillo. Aunque realmente los huevos cocidos están muy ricos. Uy, que se me va la cabeza ^^U Cabe destacar que al onsen se va en pelotas, con lo que a los más vergonzosos les puede suponer un mal trago la primera vez. La verdad es que tiene que ser un problema en uno mixto como a alguno se le active "calimero" en plan reflejo... qué peligro... jajajaja Bueno, que se me vuelve a ir, el caso es que una vez allí estás en la gloria, es de un relax total. Lo malo es que puede que os pase como a mí, que al poco tiempo empiezo a sudar como si estuviese recogiendo patatas en la huerta, y tengo que salir a refrigerarme un poco. Aún así resulta recomendable y desde aquí agradezco a Yrakso que me introdujese en el caliente maravilloso mundo de los onsen :D

Al día siguiente quisimos hacer una excursioncilla por varios sitios, pero al final sólo nos quedamos con uno, que fue Shinjuku. En mi defensa, he de decir que pasamos de despertador y demás gaitas y claro, el reloj biológico nos despertó a eso de las 11. En fin, que al menos algo de sueño recuperamos ^^U. Total que nos fuimos a Shinjuku. Para ello, dado que aún no podíamos usar el bono de JR, decidimos ir en metro. El bono de JR sólo sirve para los trenes digamos de cercanías y para los trenes bala de larga distancia, excepto uno, el Nozomi, que debe ser algo más rápido, cómodo, etc. La verdad es que el transporte en Japón es muy eficiente, puntual, limpio y tal, pero caro de narices. Un pequeño trayecto de digamos 5 kilómetros, con un billete sencillo de ida, te salía el metro unos 3 euros. Manda huevos. Lo bueno del bono, que podíamos pillar los trenes bala como decía, y ahí si que lo amortizabas, porque un billete sencillo en uno de esos bichos te podía salir por el módico precio de unos 120 euros al cambio. Casi nada, vamos. Bueno, a lo que iba, que fuimos a pillar el metro y la máquina expendedora... estaba en japonés... Existe una técnica milenaria prohibida para gente ya experimentada, profesional y eso, que se llama la técnica del "prueba y error". Pues no nos quedó más huevos (y vuelta a los huevos, no sé qué me ha dao XDDD) que hacer uso de ella. Lo malo fue que la primera vez no supimos acertar con las teclas y por lo pronto ya se nos había tragao un billetito. Así que mi apreciado compañero, como buen informático, se fijó en que al lado de lo que parecía un botoón de "ok", había otro, que el supuso de "cancelar". El botón en cuestión tenía impreso "call", con lo que la comedia estaba servida. En apenas 3 segundos, se presentó un japonés que parecía salido de Canción triste en Hill Street, con su corbata, trajecillo sin chaqueta y bisera y preguntando qué nos sucedía (eso daba a entender). El hombre se desvivió por entendernos, consiguió devolvernos el dinero introducido, hasta que mi compañero, que a partir de ahora será Yrakso, decidió que ya había visto sufrir bastante al pobre hombre y le espetó un "NOTHING!" que el hombre se lo tomó como si se lo hubiera dicho el sargento de hierro y desapareció ipso facto! jo pobrecillo... Poco a poco, nos enteramos de que la combinación ganadora para nuestro billete era: meter dinero, pulsar tipo billete (normal, bono diario, ?¿?¿, ?¿?¿?¿?¿?¿), pulsar cantidad de pasta (según distancia, marcas de cuanta pasta es el billete), pulsar tipo usuario (adulto, niño), pulsar número de billetes, dar cera y pulir cera. Ale, al metro se ha dicho.

Cuando llegamos a Shinjuku pudimos ver que prácticamente toda la zona son edificios bastante altos y modernos, y en algunos casos ya rascacielos, propiamente dichos. Las plantas inferiores, solían albergar centros comerciales y tampoco vimos gran cosa que nos llamase la atención. No es que no tuviésemos ganas, o curiosidad, es que el sitio tampoco daba mucho más de sí, y no te recorres tropecientosmil kilómetros para ver rascacielos y comercios. Por aquella zona estaba el Hyat Park que era el hotel dónde se rodaron algunas de las escenas de la película "Lost in translation". También estaba el rascacielos Shinjuku NS, que era de los pocos que te permitía acceder a las últimas plantas y obervar desde allí a través de un trozo de pared de sólo cristal, alguna que otra vista espectacular de Tokyo. Es muy bonito el megareloj de péndulo que tiene en el hall principal, digno de verse. Sinceramente no nos hizo mucha gracia Shinjuku, ya que todo era más de lo mismo, edificio mastodonte, planta baja con comercios. Nos fuimos un poco decepcionados. Lo único que a mí al menos me gustó como para volver, fue el parque central. Resultaba curioso como entre la maraña de edificios gigantes hay un parque enorme embebido. Un parque con sus banquitos, sus espacios abiertos de llanuras inmensas para tumbarte si quieres. Con estanques y puentecitos y carpas que por su tamaño podían pasar por primas de Godzilla (una especie de lagarto mutante, el equivalente a King Kong en Japón) Muy relajante, la verdad. Por cierto, había que pagar por entrar ^^U

Bueno, creo que este post ya me recuerda al pez globo en su fase de hinchado máximo y creo que habrá que trocear el relato, y aún así seguro que alguna cosilla me dejo ^^U. Nos leemos en el próximo post!